jueves, 25 de noviembre de 2010

Charla Debate "Criar Jugando en los Jardines Maternales"

El pasado viernes 19 de noviembre se llevó a cabo en Sede del Centro Infantil Urbano Alquimia la CHARLA-DEBATE “Criar Jugando en los Jardines Maternales”. Tuvimos el honor de contar con la presencia de la Sra. Mariana Etchegorry (Lic. Prof. en Psicopedagogía - Prof. de Educación Pre-escolar) y la Sra. María Eugenia Arnaudi (Lic. Prof. en Psicología) junto a otros profesionales del medio local.

Compartimos con Uds. algunas reflexiones del encuentro...

Las nuevas configuraciones de la infancia temprana y los desafíos de su escolarización nos convocaron a reflexionar acerca de la importancia del jugar en la escena educativa.

La primera infancia constituye un período fundamental durante el cuál se llevan a cabo importantes aprendizajes sociales, emocionales, psico-motrices y expresivos.

La forma de criar a los niños es un fenómeno cultural de cada comunidad en su tiempo, no está en la naturaleza de las cosas. Requiere reflexión, análisis y evaluación para su entendimiento.

Como rasgo de la época vivimos en urbes, nuestras vidas, incluyendo nuestros vínculos más íntimos, están signadas por la velocidad, la virtualidad y la multiplicidad de actividades. ¿Y los niños? ¿quien se encarga de nuestros hijos? ¿cómo lo hacen? Lo que antaño eran funciones encarnadas en los padres, en el seno familiar, de manera exclusiva, hoy se hace cada día más potente la necesidad de “alojar” a ese niño que llega desde pequeño a una institución educativa y asumir conjuntamente las funciones de crianza.

Las funciones de crianza implicadas en los procesos de socialización y desarrollo refieren al conjunto de acciones que los adultos de referencia de los niños/as de una cultura, realizan para orientar el desarrollo de los mismos. En el escenario actual las maestras jardineras son también referentes válidos durante el crecimiento. Compartamos a continuación en qué marco de trabajo.

Cuando analizamos de cerca la propuesta educativa de la sala de tres años, no podemos dejar de pensar en cómo ésta convoca diferentes modos y estrategias para propiciar el aprendizaje. El niño de tres años nos pone frente a un desafío como educadores, no menor. Allí donde parece que sólo hay placer, jugar y dejar hacer; encontramos una responsabilidad pedagógica fundamental en lo que respecta a la educación temprana. Ésta será orientada a potenciar el aprendizaje, además de construir nuevas posibilidades de prevención que propicien un futuro auspicioso para los pequeños.

En la sala de tres años, se producen cambios copernicanos en las posibilidades del niño. El mundo cobra nuevos significados que se entrelazan con una propuesta pedagógica coherente y fundamentada para ellos.

Los niños de 3 años se miran, tocan, buscan, poseen una gran curiosidad, fantasean e intentan explicar fantásticamente aspectos de la realidad. Las relaciones primarias permiten al niño encontrarse, diferenciarse y descubrirse en una trama de relaciones que lo posiciona en el mundo. El tipo de juego característico de esta edad es el juego simbólico o juego de ficción (hacer como si).

El juego simbólico depende de la posibilidad de sustituir y representar una situación vívida en otra supuesta.

En palabras de Francesco Tonucci (Psicopedagogo italiano): “El niño vive en el juego una experiencia extraña en la vida del hombre, enfrentarse él solo con la complejidad del mundo […] lo que no se puede hacer-tener se puede inventar”.

El niño de tres años, es un sujeto que se encuentra en proceso de construcción de su identidad. Ha ingresado de lleno a la posibilidad cognoscente que le brinda el surgimiento de la Función Simbólica y se han afianzado los modos sensorio-motrices de operación del pensamiento. Es decir, ha construido una habilidad reversible práctica, que le permite resolver con seguridad gran número de problemas que el medio le propone.

Despliega acciones sensorio-motrices, previas al lenguaje; y acciones que se relacionan con la representación. En un primer momento el niño relaciona todo a su propio cuerpo como si fuera el centro. Desde éste, un pensamiento egocéntrico, comienza progresivamente a descentrar, en un proceso que permite un encuentro diferente con el otro (pares, y adultos). No obstante, será importante descubrir como el adulto despliega la comprensión de esta mirada egocéntrica del mundo, articulando un acompañamiento que le posibilite al pequeño el ingreso en la lógica del mundo social. Lejana está la posibilidad de tener en cuenta el punto de vista del otro, pero ya el camino comienza a recorrerse.

Respetar los hábitos es respetar lo propio de la cultura y también la identidad insipiente de ese niño… por tanto se hace fundamental el trabajo compartido con la familia. Respecto de la ‘puesta de límites’ el debate permitió re-pensar ¿Se trata de imponer o construir? La posibilidad de brindar límites al niño asegura que pueda diferenciarse del mundo físico y de los otros; asegurando finalmente el camino a la identidad, es importante considerar en este punto las posibilidades del niño.

De hecho durante esta etapa, el niño se encontraría en un período premoral, su adhesión a la regla depende del hábito, y el ejercicio del mismo. A medida que el niño accede a la función simbólica, será posible reconocer el progresivo respeto a la autoridad (o la transgresión como necesidad de autoafirmación). Esto en tanto construcción, pero que en realidad va a dar cuenta de tal atribución cuando su estructura psíquica se lo posibilite. Cuando hay un reconocimiento del otro.

Nuestra responsabilidad como docentes, justamente apunta a que hagamos consciente que el niño aprende jugando, representando, experimentando.

Ya lo decía Rosario Vera, “Es así que aprenden, aunque parezca que jugamos…” ¿Saben qué?… no parece, jugamos porque el juego tiene un valor potencial en sí mismo, como despliegue de lo subjetivo y lo cognoscente que articula en el cuerpo… en una manera única de ser y estar en el mundo social y de los objetos. Descubrir eso, nos posiciona en una práctica pedagógica coherente con la posibilidad de inteligibilidad del niño de tres años, y nos asegura una acción comunicativa, que desde otros discursos posibilita el entendimiento.

Agradecemos a todos quienes formaron parte de este debate tan rico y esperamos haber al menos, generado un tiempo y espacio compartido para re-pensar nuestros que-haceres profesionales.

También queremos agradecer a nuestros auspiciantes, quienes nos acompañaron para que el encuentro fuera posible.

Gracias y hasta pronto!





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